Las Acuñaciones de La Orden de Malta

La Orden de Malta cuenta con más de novecientos años de historia, tan complicados como interesantes, ha cambiado de nombre y localización pero sin abandonar nunca su fin como promotora de la Gloria divina y la ayuda al prójimo.

La acuñación de moneda por este tipo de entidades militares resulta peculiar, pues no cuentan con un territorio propio y permanente al que asociarlas, como es el caso de la mayoría de los estados y soberanos emisores. En la Orden, la moneda es una de sus bases identitarias y se refleja con claridad a través de su historia numismática.

 

Los inicios de esta comunidad religiosa nos llevan a la Jerusalén de 1048, donde un conjunto de mercaderes de la República independiente de Amalfi, en Italia, fundan un hospital para peregrinos junto al Santo Sepulcro y lo consagran a San Juan, todo ello bajo la administración del Beato Gerardo Tum, quien se convertirá en el primer Gran Maestre de la Orden. La comunidad recibió el nombre de Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén y en 1113 obtuvo el reconocimiento del Papa Pascual II. En 1120 accedió al cargo de Gran Maestre Raymond du Puy, y con él la orden adquirió un marcado carácter marcial y su primera sede en el Castillo del Crac de los Caballeros.

 

 

En 1187 el Sultán Saladino conquista la Ciudad Santa, rendida el 2 de octubre por el noble y cruzado de Jerusalén Balián de Ibelín, que entrega las llaves de la Torre de David a cambio de la rendición pacífica. Los hospitalarios se vieron forzados a abandonar la ciudad a pesar de que algunos recibieron permiso para guardar el Santo Sepulcro durante un año más.

 

Se asentaron de forma temporal en la ciudad costera de San Juan de Acre y más tarde en Chipre, hasta su llegada en 1310 a la isla de Rodas, en el mar Egeo. Los caballeros se enriquecieron con las órdenes de corso, con las que obtenían dinero de sus acciones contra piratas musulmanes, y también gracias a los bienes que unos años antes habían recibido como consecuencia del proyecto Rex Bellator de Ramón Llull, que pretendía unificar diferentes órdenes religiosas para reconquistar Tierra Santa y que llevó a la Orden a convertirse en una entidad de gran poder.

 

En Rodas se consolidaron como principal potencia naval de la zona, enclave estratégico en la lucha contra las fuerzas turcas, y se anexionaron algunos territorios cercanos. Como soberanos iniciaron la acuñación de moneda, que favorecía los flujos económicos de la isla y constataba su posición como fuerza internacional independiente. Las primeras acuñaciones se atribuyen al vigésimo quinto Gran Maestre, Fulko de Villaret, quien accedió a su cargo en 1305.

 

Estas primeras emisiones tomaron como modelo el principal sistema económico de la Europa del momento, introducido años antes durante el reinado de San Luis de Francia. En plata se acuñó el gros, con piezas de cuatro con veintidós gramos y el medio gros; En vellón se acuñó el dinero, a veces casi de cobre puro y cuya docena equivalía a un gros. En el caso del oro, no será hasta mitad de siglo cuando se acuñen las primeras piezas.

Los dineros basaron su diseño en los de la ciudad de Tours, como fue el caso de muchos otros reinos cristianos, siendo estos anónimos, con un anverso de castillo esquemático y leyenda con ceca y lugar de circulación; en el reverso aparece la cruz típica del monetario occidental y una leyenda indicando el poder emisor.

 

El gros y su divisor se basaron en el mismo diseño: En el anverso aparece la figura arrodillada del Gran Maestre frente a la cruz de doble travesaño, viste capa con la cruz de la Orden y tras él la abreviación “IRL” hace referencia a Jerusalén, en la orla aparece su nombre; En el caso del reverso, con la típica cruz y doble leyenda de las acuñaciones de Tours, se hace referencia al poder emisor y a su plena soberanía.

 

Si nos paramos un segundo, vale la pena destacar una diferencia importante entre las monedas de vellón y las de plata: En el primero de los casos la propaganda es escasa pero en el segundo se incrementa; no solo por la leyenda del reverso sino por el diseño del propio anverso, heredero de la simbología hospitalaria. Esta diferencia se debe a que el dinero de vellón estaba destinado a la economía interna y rural, algo común en muchos territorios europeos, de esta forma, lo lógico, era que la carga propagandística se encontrase en las piezas que iban a introducirse en el comercio exterior.

La llegada, en 1319, de Helion de Villeneuve a la cabeza de la organización trajo modificaciones en la plata. Se adoptó el gigliato de la Casa de Anjou en Nápoles: En el anverso las modificaciones tipológicas fueron escasas, con la aparición de la heráldica de los maestres en acuñaciones posteriores; En el reverso la transformación fue más acusada, presentando la cruz angevina, con escudos oblongos de la Orden, en sus extremos. Como puede observarse, la Orden de los Caballeros de Rodas va desarrollando una heráldica que se entrelaza con la de sus gobernantes, que comienzan a cuartelar en los escudos heráldicos su emblema junto a la cruz de los caballeros, también se incluyó en los reversos de los divisores menores de plata y cobre el emblema del Gran Maestre.

 

 

Bajo la mano de Dieudonné de Gozon, quien accedió al cargo en 1346, hizo aparición la primera moneda de oro de la Orden, en imitación del zecchino o ducado veneciano. Se introdujo la figura de San Juan Bautista en el anverso, junto al título y nombre del emisor; En el reverso, un ángel sentado sobre la tumba de Cristo hace referencia al Santo Sepulcro.

 

La fabricación de moneda de oro se detuvo hasta 1421, cuando Antonio Fluviano realiza dos series de ducados: La primera casi exacta a las piezas de ceca veneciana; La segunda, como respuesta a las quejas de la Serenísima, representa a San Juan Bautista e identifica al maestre con sus ropas tradicionales y no con las del Dogo.

 

A mitad del S. XV el Gran Maestre Jean Lastic desarrolló variaciones en el estilo de los aspres de plata, divisores del gigliato, en los que aparece en el anverso la figura sedente de San Juan con el Agnus Dei y la bandera de la Orden.

 

Durante la última etapa de los caballeros en Rodas se producen grandes cambios en la moneda, especialmente en el vellón y la plata, cambios que comienzan con Pierre d`Aubusson en 1476, a quién el Papa Inocencio VIII otorgó el título de Cardenal. En las piezas de vellón se intercambian las armas del Gran Maestre por una cruz ancorada y se introduce su nombre y cargo en la leyenda. En la plata se incrementan los pesos, y en las piezas menores se sigue una tipología semejante a la del vellón pero con la figura de su Patrón, con el Cordero Pascual y la bandera hospitalaria. En las grandes piezas de plata, como los scudo de trece con tres gramos, se introduce el capelo cardenalicio en la heráldica como principal novedad, así como ambos títulos, el de Gran Maestre y el de Príncipe de la Iglesia.

 

Del resto de acuñaciones posteriores, hasta la salida de los Caballeros de la isla, convendría destacar unos grossetos realizados durante la etapa de Philippe de Villiers de L`Isle-Adam, a partir de 1521; Estas piezas contaban con un reverso importante que volvería a utilizarse con el tiempo, en él se puede ver la cabeza cortada de San Juan sobre una bandeja, en la leyenda se alude a la decapitación del santo.

 

En 1523 Rodas cae ante el imperio Otomano de Solimán el Magnífico, tras cinco meses de sitio y a pesar incluso del apoyo cristiano llegado desde Europa.

 

Los Caballeros se establecerán temporalmente en Italia, en Civitavecchia y en Viterbo. Durante su periodo en los Estados Pontificios, preámbulo de su llegada a la Isla de Malta, nos encontramos con dos nuevas monedas en plata y oro, ambas con idéntico diseño. En ellas aparece por primera vez el retrato del Gran Maestre, en el anverso, haciendo referencia su leyenda a Jerusalén, pero no a Rodas; El reverso tiene las habituales armas cuarteladas dentro de escudo en el oro, y sin él en la plata, la leyenda refiere a su intención de continuar la lucha contra los turcos.

 

El asentamiento en la Isla de Malta de la Orden se produjo en 1530, tras la cesión de esta y los territorios de Gozo, Comino y Trípoli por parte del Emperador Carlos V y con el consentimiento del Papa Clemente VII. Su posición estratégica les convirtió en centinelas del Mediterráneo y a partir de ese año comenzarían a recibir el nombre de Caballeros de Malta.

 

Preservaron el privilegio de la regalía de acuñación y se adaptaron al sistema económico siciliano. Las primeras monedas que pueden presuponerse realizadas en la Isla por la Orden fueron sus habituales ducados, a los que modificaron las leyendas para relacionarlas con el Gran Maestre y la Orden Hospitalaria de Jerusalén, como así ocurría en las piezas de busto. Para las piezas de plata, la adopción del sistema siciliano conllevo la implementación del tari como unidad y a partir de 1553 con la llegada como Gran Maestre de Claude de La Sengle, se comienzan a introducir tipologías diferentes, con San Juan en vez del Cordero o con doble heráldica en las piezas de cobre.

La iconografía de la orden se desarrolló al igual que esta, que se consolidaba como una prestigiosa y poderosa institución. En 1565 la Europa Cristiana se enfrentó a las fuerzas otomanas de Solimán I en el Gran Sitio de Malta, el éxito de las fuerzas occidentales en la defensa de la isla acrecentó el prestigio de la orden maltesa, regida en ese momento por Jean Parisot de La Valette.

 

Tras la victoria fue necesario un importante esfuerzo económico para favorecer la recuperación de la isla, por lo que durante los años siguientes las emisiones se incrementaron. La Valette desarrolló un esquema de la plata maltesa con diferentes diseños, dependiendo de los divisores e introduciendo nuevas piezas; La emisión de cobre fue especialmente abundante, pues este material se adaptaba mejor al periodo de crisis y su economía local y dio lugar a unas curiosas emisiones fiduciarias, cuya leyenda aseguraba que serían intercambiadas por plata a sus portadores, su reverso mostraba dos manos entrelazadas como símbolo de compromiso.

 

Desde la adopción del monetario siciliano no se produjeron cambios notables hasta mitad del siglo XVIII. Si se produjeron variaciones puntuales, por ejemplo, los dobles ducados de Lascaris, en 1641, que coincidían con los doblones castellanos y que mostraban el retrato del Gran Maestre y la doble heráldica cuartelada en escudo y coronada.

 

Durante la magistratura de Antonio Manoel de Vilhena, transcurrida entre 1722 y 1736, el uso del retrato se convertirá en la norma, si bien había sido algo marginal en la etapa de Lascaris, en este caso su uso se heredaría de las piezas de cuatro zecchinos con retrato de Raimundo Rabasa de Perellós y Rocafull, Gran Maestre de la Orden hasta 1720.

 

Llaman la atención múltiplos acuñados por Vilhena con valores de hasta doce taris y con ejemplos excepcionales como las piezas de doce zecchinos de un peso aproximado de cuarenta y dos gramos. También introdujo una nueva simbología heráldica, con reversos en que las armas de la Orden y el Gran Maestre se encuentran en escudos independientes pero entrelazados bajo la corona principesca.

 

Aprovechando el ejemplo anterior, cabría atender brevemente al uso de la corona en la iconografía maltesa, que aparece ya en las monedas del Gran Maestre Verdala en 1582; Surgió a raíz de la colocación de una por el Papa en el funeral del Gran Maestre Jean Levesque de La Cassière, y se mantiene hasta la llegada de Manuel Pinto da Fonseca, al que el Papa Benedicto XIV concedió el uso del modelo de corona real tras ser reconocido como embajador real, encontrándonos así con piezas de los dos diferentes tipos.

 

 El Gran Maestre Manuel Pinto regentó la Orden desde 1741 hasta 1773, introdujo modificaciones relevantes intercambiando el uso del zecchino, último en acuñar este tipo de moneda, por el escudo, con valores de hasta veinte unidades y cuya equivalencia era de un luis de oro por cada diez escudos. En el campo tipológico se impone la figura de San Juan, en reemplazo del retrato, que solo aparece en algunos años de forma marginal. Si se utilizó en el caso de la plata, además de la figura de San Juan, y se acuñaron grandes valores de hasta treinta taris.

 

Francisco Ximenes de Texada introdujo una variación en la heráldica, en las piezas de dos escudos las armas aparecen acoladas en el reverso bajo corona real y enmarcados por ramas de laurel y roble, símbolos respectivos de victoria y fortaleza.

 

El uso del doble escudo heráldico se perpetua, sin estar estos acolados, hasta 1778, cuando el Gran Maestre Emmanuel de Rohan-Polduc desarrolla un escudo cuartelado conformado por el cuerpo de un Águila de San Antonio con corona real por cabeza. La adopción de este símbolo surge a raíz de la unión de los Caballeros de San Antonio a la Orden de Malta.

 

Esta misma iconografía se reproduce también durante el periodo del Gran Maestre Ferdinand von Hompesch zu Bolheim, a partir de 1797, que emitió un modelo con reverso de águila bicéfala coronada y con cuerpo en escudo de armas cuartelado.

 

Todo soberano ha dotado de una fuerte carga propagandística sus monedas, pues es uno de los mejores medios de difusión política, contando en este caso, si cabe, con una mayor relevancia. En sus primeras etapas se emularon acuñaciones predominantes del momento, que reprodujeron con leves diferencias; Con el paso del tiempo desarrollaron una identidad propia, esculpiendo la iconografía de la Orden y la de sus dirigentes. Las piezas aparecidas a partir del siglo XVIII presentan la madurez propia de sistemas monetarios asentados y de relevancia, dotando a éstas de un especial valor. La numismática hospitalaria resulta excepcional y sus acuñaciones, escasas en comparación a las de otros emisores, tienen una demanda especial en el mundo del coleccionismo de la moneda.

 

El fin de la centuria trajo por desgracia el cese de las acuñaciones en la isla, marcando un punto y aparte en la historia monetaria de los caballeros. En 1798, movidos por las Guerras Revolucionarias Francesas, las tropas de Napoleón Bonaparte desembarcan en Malta; La convulsión durante la toma de la isla desestructuró la Orden y supuso el fin de sus emisiones, que no se recuperarían, y de forma conmemorativa, hasta 1961, año en que el Papa Juan XXIII aprobaría la carta constitucional de la Orden, devolviéndole así su regalía de acuñación y abriendo paso a un periodo renovado para la actual Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta.

 

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