Las Acuñaciones de Monedas en Época de Isabel II
El reinado de Isabel II abarca el periodo comprendido entre los años 1833 y 1868. Es una época aún más convulsa que la de su padre y predecesor Fernando VII, con crisis económicas, guerras y corrupción política.
Durante su reinado se cambió de sistema monetario 4 veces. Las razones de ello fueron para intentar ajustarse al resto de sistemas decimales que funcionaban en ese momento en distintos países de Europa. También para disminuir el numerario francés y extranjero que estaba en circulación por territorio nacional, y evitar que las monedas españolas fuesen extraídas hacia países extranjeros.
Las cecas peninsulares fueron Madrid, Barcelona, Jubia, Segovia y Sevilla aunque no en todas se acuñó en todos los periodos.
El primer sistema, fue el sistema monetario del maravedí (1 real = 34 maravedís), heredado de su padre y que abarca el periodo de entre 1833 a 1848 y donde la unidad continuó siendo el maravedí en cobre y el real en plata aunque las de oro también se denominarán en reales.
En cobre se acuñaron monedas de 1, 2, 4 y 8 maravedís, “calderilla”.
Las monedas de plata fueron de 20 y de 10 reales de 902.7 milésimas y de 4, 2 y 1 reales de 812,5 milésimas.
Las monedas de oro fueron las de 80 reales, con una pureza de 875 milésimas.
En los primeros años de Isabel II, debido a los problemas que Fernando VII estaba teniendo con su hermano Carlos María de Isidro por su pretensión al trono (ya que el primero había derogado la ley sálica para que su hija Isabel heredara la corona), se empiezan a cambiar de estrategias políticas para permitir consolidar su linaje. Para ello utilizan como aliados a los liberales, con el pretexto de ganarse su apoyo a cambio de tornar en un proceso de transición hacia una monarquía liberal, y esto se refleja a su vez en la numismática de la época. Una prueba de ello es que se deja de utilizar el latín para emplear el castellano en la leyenda de las monedas, ya que el uso del latín en las monedas estaba relacionado con los periodos de los anteriores regímenes absolutistas. También será a partir de este primer periodo cuando la leyenda de las monedas varíe de un modelo monárquico absolutista hacia uno monárquico constitucional, ya que en los años de 1934 a 1936 estaba escrito: Isabel II por la G de Dios, mientras que a partir de 1937 a 1849 pondría Isabel II por la G de Dios y de la Constitución.
Hemos de indicar que las monedas de maravedís de cobre se continuaron acuñando hasta 1855.
El segundo sistema será el del sistema monetario de décimos de real, que abarca el periodo entre los años 1848 – 1854.
Dado que era de las antíguas posesiones americanas continentales de donde provenían importantes cantidades de plata, una vez perdidas estas este metal dejó de llegar a la metrópoli, y sumándole a esto que se habían encontrado nuevas vetas de oro en California y Australia, todo ello hizo que el precio internacional del oro descendiera y como consecuencia ascendiera el de la plata. Por ello se dictaminó reducir la cantidad de plata en estas monedas , y se las dio el mismo valor que tenían en Francia, a parte de adoptar el sistema métrico decimal francés. Esto se hizo sobre todo con el objetivo de impedir la salida del numerario nacional y la desproporcionada entrada de monedas francesas.
Tanto las monedas de plata como las de oro que se acuñasen, tendrían que tener una pureza de 900 milésimas. En este nuevo sistema, 1 real correspondía a 10 décimas. Se modificaron los valores y la ley, pero el peso continúo como con las antiguas unidades y sin ser decimal.
Las monedas de oro que se acuñaron a partir de esta reforma serían de 100 reales. Los primeros, en 1850 en Barcelona, 1850 y 1851 en Madrid y 1850 en Sevilla se denominaron “doblones de 100 reales”. Las monedas de plata que se acuñaron fueron 20, 10, 4, 2 y 1 reales. En cuanto a las monedas de cobre estas fueron 5, 2, 1 y ½ décimas de real.
A partir de 1850 en las monedas de plata y oro empiezan a desaparecer las marcas de ceca que habíamos visto en las monedas precedentes al reinado de Isabel, y en su lugar aparecen estrellas que, según su número de puntas, indican la ceca en que fue acuñada. Las acuñadas en Barcelona tienen 8 puntas, las de Sevilla 7 puntas, las de Madrid 6 puntas.
El tercer sistema monetario, el sistema de céntimos de real, abarcó los años de 1854 a 1864.
Debido a la subida del precio de la plata, el Estado no consiguió impedir su salida del país y la llegada de un gran número de monedas francesas, por lo que en este sistema decimal, que se había implantado desde 1848, decidieron realizar unos ajustes. Se rebajó un poco más la cantidad de plata del numerario, y se continuó teniendo a Francia como estándar monetario. Ahora 1 real correspondía a 100 céntimos de real.
En este sistema las monedas de oro que se acuñaron siguieron siendo los 100 reales, aunque entre 1861 y 1864 se acuñaron monedas de oro de 20 reales y de 40 reales. En cuanto a las de plata las monedas que se acuñaron fueron de 20, 10, 4, 2 y 1 reales. Tanto el oro como la plata tuvieron una pureza de 900 milésimas. En cuanto a las monedas de cobre; se acuñaron 25 céntimos de real (cuartillo), 10 céntimos de real y 5 céntimos de real.
El cuarto sistema monetario que se estableció en el reinado de Isabel II, fue el sistema monetario del escudo de plata, el cual abarca los años de 1864 a 1868.
Debido a que las previas modificaciones del sistema monetario español, no habían podido solucionar la cuestión de la falta de numerario de plata, el gobierno decidió llevar a cabo otra reforma en 1864. Ahora si que se establece un sistema decimal en cuanto a los pesos se refiere. La nueva unidad pasó a ser el escudo. En este nuevo sistema monetario las monedas acuñadas en oro eran de 2, 4 y 10 escudos. Estas monedas de oro tenían una pureza de 900 milésimas.
Las monedas de plata que se acuñaron fueron 2 y 1 escudos. Estas monedas tenían una pureza de 900 milésimas. También se acuñaron monedas de plata de 810 milésimas; las cuales fueron 40, 20 y 10 céntimos de escudo. Estas monedas fraccionarias de baja ley tenían el fin de mantener su tránsito por el territorio nacional. También se acuñaron en cobre 5, 2 ½, 1 y ½ céntimos de escudo.
Estas medidas consiguieron aumentar la acuñación y circulación de las monedas de plata. Sin embargo, la transformación de las monedas, los cambios en el precio de los metales y el hecho de que las monedas de los anteriores sistemas monetarios no se habían retirado, y funcionaban con sus respectivas equivalencias junto con las actuales, había desembocado en el sistema monetario más complejo de toda Europa, y se necesitaba una reforma definitiva que permitiese dar más sencillez a las transacciones.
En la época de este nuevo sistema monetario, año 1868, se empieza a labrar en las estrellas de las monedas su fecha de acuñación, con el fin de complicar su falsificación. Será también a partir de 1868 cuando se empiecen a sustituir las antiguas marcas de ceca por las estrellas en las monedas de cobre con su correspondiente fecha.
La cecas de Segovia y Jubia serán las únicas que acuñen monedas de cobre, teniendo 3 puntas la estrella de la ceca de Segovia y 4 la de Jubia.
En la época previa a la pérdida de las colonias americanas continentales, Filipinas estaba bajo la jurisdicción del Virreinato de Nueva España. Desde aquí llegaba al archipiélago Filipino mucha cantidad de plata a través del Galeón de Manila, que rápidamente era llevada a China, lugar donde era muy codiciada a cambio de productos asiáticos. La pérdida de estas colonias supuso que dejara de llegar plata a la metrópoli, pero no a estas colonias asiáticas, y lo hacía en el formato de las monedas que acuñaban las nuevas naciones americanas, por lo que una vez llegaban a suelo español eran reselladas con la marca de Isabel II.
Por esta razón a partir de 1861, Se mandó construir la Casa de la Moneda de Manila, con el propósito de acuñar monedas de oro y de plata bajo el mando de la Casa de la Moneda de Madrid. Las estrellas de las monedas acuñadas en Manila tendrán 5 puntas.
En esta nueva ceca se empiezan a acuñar los siguientes numerarios: 10, 20 y 50 centavos de peso en lo que respecta a las monedas de plata. En cuanto a las monedas de oro se acuñan 1, 2 y 4 pesos. Previamente en 1835, se hicieron monedas de cobre con los valores de 1, 2 y 4 cuartos. En esta época no había casa de la moneda en Manila, y este tipo de cobres los acuñaban contratistas chinos privados con poca formación técnica.
Conviene resaltar que a lo largo de este reinado la circulación de monedas en España fué un tanto caótica con monedas extranjeras, sobre todo francesas, circulando junto con todo tipo de divisores de épocas anteriores, llegando a coexistir hasta 90 y tantos tipos diferentes de monedas en circulación.
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