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La Mina y la Casa de la Moneda de Zacatecas


La ciudad de Zacatecas se sitúa actualmente en el estado mejicano del mismo nombre y fue parte del Reino de Nueva Galicia, en el Virreinato de Nueva España. Fue fundada en 1546, por el conquistador español Juan de Tolosa, tras el descubrimiento de sus ricas minas de plata

Dos años después, este territorio pasó a conformar el “Real de Minas de Nuestra Señora de los Zacatecas”, siendo estos reales de minas distritos mineros donde las autoridades debían velar especialmente por la correcta extracción del metal.

Gracias a su posición estratégica y a los beneficios de su extracción de plata, la ciudad llegó a ser considerada la segunda ciudad más importante de la Nueva España.

La explotación minera se inició rápidamente tras el descubrimiento, y a pesar de las múltiples peticiones para tener ceca propia enviadas al Rey desde 1575, no contó con ella hasta 1810. Hasta entonces el metal extraído se transportaba hasta la ciudad de Méjico, centro del poder virreinal, desde donde se acuñaba y distribuía por el resto del Imperio.

Fue a principios de 1810 cuando en el palacio del señor Conde de Santiago de la Laguna se decidió la instauración de la Casa de Moneda de Zacatecas. A la junta celebrada por el entonces intendente interino, acudieron las autoridades civiles y eclesiásticas, así como un buen número de personalidades de la vecindad. Tal expectación no resulta extraña, pues la razón que había motivado finalmente su creación era de extrema urgencia y gravedad.

Tras la insurgencia criolla contra los “gachupines” (españoles peninsulares) en Méjico, la situación había desembocado en un movimiento de rebelión que afectaba a muchas de las regiones de la Nueva España. Zacatecas sufrió una importante escasez de moneda, lo que amenazó seriamente la continuidad de sus operaciones mineras. A finales de noviembre de ese mismo año se acuñaron las primeras emisiones en la que fuese la Casa de Fundición y Ensaye.

Este tipo de cecas provisionales fue muy común allí donde hubo “fondos de rescate”, como en Chihuahua, Durango o Guadalajara, que eran puntos donde la Real Hacienda compraba el metal directamente a los mineros y lo transportaba a la Caja Matriz en Méjico.

Tras el corte de las comunicaciones con la capital, estos lugares se vieron en la necesidad de emitir su propia moneda, algo que hicieron insurgentes y realistas indistintamente. Se dieron casos, como el que nos ocupa, en que ambos bandos acuñaron en una misma ceca, dependiendo de quien la controlase en cada momento.

En Zacatecas se acuñó moneda en plata con valor de ½, 1, 2 y 8 reales, y pasó por tres etapas diferentes: la primera bajo control insurgente, la segunda bajo el dominio realista, con piezas de gran pureza en peso y ley, y por último otra etapa insurgente, con pesos inferiores y ley rebajada con liga o cobre.

Aquí vemos un ejemplo de dos monedas de ½ real, y podemos comprobar como en sus leyendas se especifica que se trata de monedas provisionales. La primera es de tipo realista y la segunda insurgente; diferenciarlas no resulta complicado, porque mientras en la primera encontramos los cuarteles habituales de castillos y leones, en la segunda los castillos han sido sustituidos por flores.


Otros ejemplares, como estas dos monedas realistas de 1 real, utilizaron la tipología de busto, que como vemos puede ser de tipo imaginario.

Las calidades de acuñación que nos ofrece esta ceca son muy variables, desde trabajos de manufactura rudimentaria, habituales en este tipo de casas provisionales, hasta piezas que revelan una técnica más depurada , como este bello ejemplar de 2 reales de busto drapeado y laureado.

Por último abordamos el valor de 8 reales, donde vemos nuevamente en esta imagen la diferencia entre emisiones insurgentes y realistas, que difieren en su corona y cuarteles.

O bien este otro grupo de piezas, que si bien revela irregularidades en los estilos, también nos muestra ejemplos que poco tienen que envidiar a aquellos de cecas más importantes.

La Casa de Moneda de Zacatecas tuvo una producción muy regular a lo largo de todo el conflicto, y al contrario que muchas otras cecas provisionales, permaneció activa a lo largo del S. XIX. En 1824, la constitución de los Estados Unidos Mexicanos ratificó su carácter no provisional, por su relevancia como institución provincial, y alargó su actividad hasta que fué clausurada definitivamente en 1905.

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