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Las monedas de inversión, una apuesta a futuro contante y sonante

Comentábamos en nuestro anterior artículo publicado en esta misma sección que “el oro ha dado un gran impulso hacia arriba en los mercados internacionales, sobre todo aumentando su cotización en el fixing de Londres y reforzándose en el spot del COMEX estadounidense. Ello conlleva que inversores y coleccionistas particulares se han lanzado, una vez más, sobre las monedas de inversión o bullion aumentando su demanda”.

Efectivamente son muchos los atractivos de estas monedas de inversión denominadas bullion, tanto las acuñadas en oro como las batidas en plata. Y eso no pasa desapercibido para los que desean reunir ese tipo de piezas para disfrutar de ellas mientras reposan en sus álbumes, estuches o en cualquiera de las posibilidades que ofrece el mercado del coleccionismo numismático. Con la certeza de que, mientras descansan, las monedas se convierten además en una buena opción para mirar al futuro a medio y largo plazo, con la seguridad de que siempre podrán convertir esos metales preciosos amonedados en dinero contante y sonante.

Al margen de la cotización diaria del oro en los mercados internacionales de Europa o estados Unidos, cuyo fixing y spot es seguido casi al minuto por comerciantes y amantes del riesgo continuo, no cabe duda de que el precio del oro o la plata puede marcar la tendencia para ayudar a definir el tipo de bullion que adquirir.

Lógicamente, siempre hay que partir de la premisa que marca el devenir de todo buen negocio, entre ellos el e la inversión en metales preciosos amonedados: comprar cuando el precio está más bajo y vender cuando ronda o está cercano su techo.

¿Y esa premisa cómo se detecta, cómo se sabe, cómo se aplica? Pues entre las muchas variantes que ofrece el mercado, no cabe duda de que, la mejor, es la de dejarse guiar por un profesional, por un buen comerciante que ayudará al comprador a diversificar sus adquisiciones y aconsejar cuándo puede vender en el tiempo sus monedas de inversión.

El profesional que dirige con buen criterio un establecimiento numismático será uno de los mejores consejeros que pueda tener un comprador-inversor, como en el caso de Numismática Mayor 25.

Ese buen criterio pasa primero por determinar sobre qué tipo de piezas desea colocar el comprador sus excedentes económicos, bien por sus diseños, relación con el país emisor, sonoridad del nombre del bullion, fortaleza de la moneda fuera del emisor, y, lógicamente precio final de mercado, ya que hay algunos bullion que cuentan con una prima sobre dicho precio.

Partamos del hecho de que casi todas las monedas de inversión tienen como unidad la onza troy, medida anglosajona que señala el peso de una pieza en 31,10 gramos. Digo casi todas, salvo el Panda Chino o el Centenario de México que no llegan o sobrepasan esta medida.

50 Pesos oro Centenario de México

Comenzaremos en esta entrega a dar algunos datos de interés sobre esta segunda gran moneda que cuenta con el mayor peso de cuantas hay en el mercado: Centenario de México o 50 Pesos, con 37,5 gramos de oro.

Con motivo de conmemorarse el primer centenario de la independencia del pueblo mexicano, al pasar de ser un virreinato español a un país norteamericano, el presidente José Obregón ordenó en 1921 que se acuñara una gran moneda de oro que rindiera honores a esa celebración.

La moneda que se acuñó en la Casa de la Moneda de México fue diseñada y grabada por el artista Emilio del Moral, quien plasmó la imagen de “La Victoria Alada”, monumento erigido en la capital mexicana en 1910. En el reverso de la pieza se muestra la escultura con una corona de laurel en la mano derecha, mientras que en la izquierda sostiene los eslabones rotos de una cadena. Al fondo los famosos volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl. Bajo los pies de la Victoria aparecen las fechas de la Independencia mexicana “1821” y la de la emisión que en el caso de la imagen es la de “1921”, la primera de las 16 que hubo. Se suman a estas fechas la denominación “50 Pesos” y el contenido de oro “37,5 gr Oro Puro”.

En el anverso, Emilio del Moral reprodujo el símbolo nacional mexicano, un águila posada sobre un nopal, con una serpiente en su pico. Rodeando la imagen aparece la leyenda “Estados Unidos Mexicanos”.

En el exergo o canto se reproduce la leyenda “Independencia y Libertad”.

El total del peso de esta moneda de inversión es de 41,66 gramos, de los que 37,5 gramos lo son de oro puro, que equivaldría a 1,2057 onzas troy. Cuenta con una aleación de cobre de un 10%, lo que le da un tono de color algo rojizo. El diámetro es de 37,1 mm.

La última emisión oficial se realizó en 1947, no obstante el Gobierno de México autorizo a la Casa de la Moneda a realizar reacuñaciones oficiales entre 1949 y 197, fecha en la que dejaron de producirse.

Esta moneda fue muy demandada en Estados Unidos desde 1974, año en que se liberalizaron las importaciones extranjeras de oro. Pero casi aún lo fueron más en España, ya que, en las décadas entre finales de los años 1940, la de los 50, 60 y 70 muchos artistas, toreros y empresarios que viajaban con frecuencia al país azteca, volvían cargados con estas monedas como gran parte del salario recibido por sus actuaciones, ya que los pesos no tenían ninguna fuerza fuera de ese país y prácticamente no valían nada en España. De ahí la gran aceptación que hubo en nuestro país y que sigue habiendo, pues es una de las monedas de inversión que más se mueven en los mercados y convenciones numismáticas. Muy difícil, por no decir imposible, que no haya más de una en las tiendas españolas.

Su peso, alto contenido de oro y belleza estética, dan a los 50 Pesos o Centenario un prestigio y solidez como moneda de inversión.

 

 

En próximos artículos iremos desgranando el resto de los 11 bullion que compiten por ser adquiridos por inversores que prefieren bullion o monedas de oro de inversión a lingotes del mismo metal precioso.

Por supuesto, como siempre animaros a que vengáis a visitarnos en la tienda numismática desde la que prestamos servicios de compraventa de monedas y objetos de colección en Madrid. ¡Hasta pronto!

Por José María Martínez Gallego